lunes, 20 de julio de 2009

El anarcosindicato como herramienta revolucionaria

[Extraído de Liceo Anticapitalista]

Análisis de “Los estatutos del sindicalismo revolucionario”, de la AIT, por NestorBeñat

El anarcosindicalismo tiene como fin la construcción de una sociedad sobre las bases del comunismo libertario. Su acción consiste en la “reorganización de la vida social” desde el presente en organizaciones económicas horizontales y revolucionarias. Para ello, ha de alejarse tanto de aquellas tendencias del movimiento obrero que aspiran a la “armonía entre el capital y el trabajo”, como de las que defienden los “principios de la dictadura del proletariado”, por considerarlos contrarios al objetivo de “mayor libertad posible y bienestar para todos”.

La AIT, máximo exponente del anarcosindicalismo a nivel mundial, plantea una alianza internacional de trabajadores para luchar contra los explotadores, sean del tipo que sean, para reorganizar la vida social sobre las bases del comunismo libertario. Persiguen, según sus propios estatutos, la “organización inmediata del ejército proletario en un organismo de lucha” para frenar así las maniobras capitalistas y organizar la lucha por la revolución.

La estrategia anarcosindicalista

El anarcosindicalismo plantea que la revolución misma se tiene que empezar a construir desde el presente, abriendo por tanto tres frentes de lucha: por un lado, lostrabajadores se protegen frente a los recortes de derechos en sus puestos de trabajo diario y consiguen mejoras laborales y sociales dentro de las limitaciones del sistema capitalista. Por otro, los “obreros en su calidad de productores” crean “organizaciones económicas para la toma de posesión de las tierras y fábricas” y una alianza internacional para la defensa de las conquistas revolucionarias. Por último, a la vez que desarrolla su acción va propiciando una progresiva educación del pueblo para que por sí mismo sea capaz de mantener esas organizaciones horizontales y “administrarlas en común”.


Por tanto, el deber de los trabajadores es participar en “toda acción que implique fines de transformación social” en esta dirección, sintiendo en esa participación el peso de la propia fuerza de la clase obrera, a la vez que construye “los medios necesarios que le permitan sustituir a sus adversarios”. El anarcosindicato debe ser “modelo y ejemplo”, e influir a otras tendencias para incorporarlas a su acción transformadora, es decir, persigue “la lucha en común contra todos los adversarios estatales y capitalistas”, teniendo en cuenta que la estrategia a seguir depende de las circunstancias pero “conservando fielmente las finalidades del movimiento emancipador de los obreros”.

Aquí es donde radica la verdadera fuerza del anarcosindicalismo. No sólo persigue la sustitución del régimen capitalista por uno administrado por los propios productores, si no que construye, educa y actúa consecuentemente, creando la nueva sociedad desde el presente, facilitando una rápida transición a la nueva estructura social y multiplicando así las posibilidades de éxito de la revolución social. La lucha por la destrucción del poder burgués y la construcción de la sociedad revolucionaria se dan de manera progresiva y conjunta. Por eso confían en las organizaciones económicas del proletariado, junto a una acción política revolucionaria, frente a los clásicos partidos obreros, que no tienen “capacidad para una reorganización económica de la sociedad”. La prioridad, en suma, es “educar a las masas para que sean aptas para una gestión independiente en el proceso de producción y de la distribución, así como para la toma de posesión de todos los elementos de la vida social”.

La abolición, por tanto, del monopolio económico y social se consigue “mediante la implantación de comunas económicas y de órganos administrativos regidos por los obreros de los campos y de las fábricas, formando un sistema de libres consejos”, aboliendo también “toda la función estatal en la vida de la sociedad”, ya que el Estado “será siempre el creador de nuevos monopolios y nuevos privilegios”.

Para los anarcosindicalistas, a la sociedad nueva sólo puede llegarse por “la acción común de todos los trabajadores manuales e intelectuales”, de manera que cada agrupación, fábrica o rama de la industria sea un miembro autónomo en el “organismo económico general y ordene sistemáticamente sobre un plan determinado y sobre la base de acuerdos mutuos, la producción y la distribución como mejor interese a la comunidad”.

El centralismo jamás sería una solución, ya que “es la organización artificial que supedita las llamadas partes bajas a las tituladas superiores, y que abandona en manos de una minoría la reglamentación de los asuntos de toda la comunidad”. Además, el Estado y la autoridad en general ahogan “sistemáticamente el espíritu de iniciativa y de independencia del pensamiento”, con lo que el trabajador se vuelve “un autómata de gestos y de movimientos dirigidos”. Ante esto, el anarcosindicalismo plantea la organización federalista, es decir, “la organización de abajo a arriba, de la unión de todas las fuerzas sobre la base de ideas e intereses comunes”, a la vez que se opone a las desigualdades económicas.

Los anarcosindicalistas rechazan también toda actividad parlamentaria y colaboración con los organismos legislativos, pues estos no pueden hacer desaparecer las contradicciones de la sociedad. Se oponen también a todas las fronteras políticas y nacionales por ser “arbitrariamente creadas” y declaran que tras el nacionalismo se “encubren los intereses materiales de las clases poseedoras”. Frente al derecho de autodeterminación de las naciones, el anarcosindicalismo antepone “el derecho a una autodeterminación acordada solidariamente” para toda agrupación”. Combaten el propósito de los partidos políticos de dominar a los sindicatos, y rechazan establecer alianzas con ellos, así como la colaboración con el sistema de poder mediante elecciones sindicales, comités de empresa, aceptación de subvenciones, mantenimiento de profesionales del sindicalismo, etc.

El anarco-sindicato es partidario de la acción directa. Sus medios de lucha son la huelga, el boicot, el sabotaje, etc. y su expresión más profunda es la huelga general, que debe ser también “el preludio de la revolución social”.

Defensa de las conquistas revolucionarias

El anarcosindicalismo reconoce la violencia como medio de defensa contra los métodos violentos de las clases dominantes. Los trabajadores llevarán a cabo la expropiación de los medios de producción mediante “la intervención directa desde las organizaciones económicas revolucionarias”, por lo que la defensa de la revolución “debe encontrarse también en manos de los organismos económicos y no en las de una organización militar o parecida que se desenvuelva al margen de ellos”. Ante el ejército profesional permanente, los anarcosindicalistas recomiendan su sustitución por las milicias obreras, que “durante la revolución serán controladas por los sindicatos obreros”.

Rechazan el militarismo y la guerra. Exigen el boicot contra “todas las materias primas y productos necesarios para la guerra”, excepto cuando se trate de un país donde los obreros estén realizando una revolución social, en cuyo caso “hay que ayudarles en la defensa de la revolución”. También recomiendan “la huelga general, preventiva y revolucionaria” como medio de acción.

Desde la AIT también se emprenden también acciones de “mutuo apoyo en caso de grandes luchas económicas o de luchas agudas contra los enemigos declarados o encubiertos de la clase obrera”, de manera que las luchas de los diferentes sindicatos no se verán aisladas ni desprotegidas.